Biotecnológicas atentan contra los recursos, afirma la científica Vandana Shiva

Acusan a Monsanto de usar en el agro productos para la guerra

Trasnacionales eliminan los modelos productivos que trabajan con los ecosistemas

La revolución verde impulsó el desarrollo de los organismos genéticamente modificados

Angélica Enciso L.

Periódico La Jornada
Miércoles 16 de abril de 2014, p. 36

Vandana Shiva, activista y científica india, comenzó su lucha en favor del medio ambiente con abrazos a los árboles para que no fueran talados. Decidió hacer a un lado su bien personal para luchar por el colectivo: defiende los cultivos tradicionales ante la avalancha de transgénicos. Y se encarga de denunciar casos como el de la región de Punjab, donde de 250 alimentos que se producían hoy sólo se cultivan dos y miles de campesinos se han suicidado por no poder pagar regalías por los cultivos a Monsanto.

Recibió el Premio Nobel Alternativo en 1993. En entrevista con La Jornada, durante una rápida visita a México, explica cómo la revolución verde, hace más de 40 años, dio paso a la biotecnología y cómo empresas como Monsanto utilizan en la agricultura productos que fueron desarrollados para la Segunda Guerra Mundial, como los pesticidas y otros químicos.

Recuerda que su defensa de la biodiversidad comenzó en la región en que nació, en el valle de Dehradun, donde vio cómo los árboles se perdían y los arroyos se secaban. Estaba en auge el movimiento de mujeres que abrazaban los árboles y decían que primero tenían que matarlas antes de que los cortaran, al cual se unió.

Agrega que en 1984, después de la tragedia de Bhopal –una fuga de sustancias tóxicas de la empresa Union Carbide–, “empecé a denunciar la violencia de la revolución verde. Su impulsor, Norman Borlaug, estuvo en India. Resultado de ella ocurrió ese desastre, y en Punjab murieron más de 30 mil campesinos. Por ello escribí el libro de la violencia de la revolución verde”.

Añade: A partir de entonces vi las estratagemas de las empresas, primero en el GATT y después en la Organización Mundial de Comercio, para introducir la agricultura en el libre comercio internacional. Porque las trasnacionales decían que ya no podían hacer negocio con los agroquímicos, sino tenían que hacerlo con las semillas, y no sólo en Europa y Estados Unidos, porque son mercados pequeños, sino en los de mayor comercio en el mundo.

–¿La revolución verde es la pauta para la biotecnología y el desarrollo de los transgénicos?

–Hay que entender que la revolución verde es el punto de partida. Las empresas que hoy están alentando y abogando por la revolución biotecnológica son las mismas que impulsaron ese proceso hace tiempo, cuyos resultados vemos ahora. Se basaba en el uso masivo de sustancias agroquímicas, lo cual no es un modelo productivo que trabaje con los ecosistemas. Es una ruptura del trabajo que se efectuaba: de laborar con el suelo, la biodiversidad y los recursos existentes en un lugar determinado. La revolución verde rompe con todo eso.

“Está basada en sustancias producidas originalmente para la guerra. Tenemos que entender que herbicidas y plaguicidas son los mismos que se utilizaron en la Segunda Guerra Mundial. El agente naranja, producido por Monsanto, o los organofosforados que se experimentaron en ese episodio. La revolución verde es un modelo productivo basado en la guerra. Es mecanicista, trata todo ecosistema como máquina que puede ser manipulada y controlada. Entonces, a partir del uso de sistemas mecánicos y agroquímicos es imposible desarrollar sistemas productivos como la milpa o los de India, donde hay nueve cultivos, que son la agrobiodiversidad a partir del conocimiento local. Esto no puede existir con la revolución verde. Son esas empresas las responsables de impulsar un modelo tecnológico que atenta directamente contra la fertilidad de los suelos, la biodiversidad y el agua.

–¿Los transgénicos serían la principal amenaza para la biodiversidad de alimentos?

–Debemos entender que los transgénicos son una amenaza, porque ahora las toxinas están dentro de la planta. A diferencia de la revolución verde, cuando se rociaban las plantas, no todo se convertía en tóxico. Aquí la toxina está en la planta. Esto es lo que elimina la población de la mariposa monarca. Es una combinación de plantas transgénicas que son venenosas y los agroquímicos que han exterminado la planta, de la que se alimentan las mariposas en su ruta migratoria.

 

Aplica el mismo modelo para ingresar a países

Angélica Enciso L.

Periódico La Jornada
Miércoles 16 de abril de 2014, p. 36

La entrada de Monsanto a los países sigue el mismo modelo: primero contamina los cultivos tradicionales. En India fue el algodón. En México, el maíz. Después busca legalizar su presencia, advirtió Vandana Shiva, científica de India y activista ambiental.

En conferencia de prensa, manifestó que en las semillas se pueden ver los ancestros de la vida, pero llega Monsanto, les pone un gen tóxico, las vende a los campesinos, con lo que les quita la libertad de intercambiarlas, y si encuentra sus productos en un campo dice que es biopiratería.

Recordó que cuando se negoció el Protocolo de Cartagena sobre Diversidad Biológica, Estados Unidos quería acceso a todos los países para legalizar la biopiratería. Como el tratado regularizaba el acceso y los recursos genéticos, no lo firmó. Se deben crear leyes para que esos productos sean ilegales. “La diversidad debe ser la ley de la naturaleza.

Debemos tener libertad en las semillas, escribir una carta y mandarla a Monsanto. Hay que decirle que el mundo se basa en compartir los regalos de la naturaleza. Es la única manera de garantizar la supervivencia.

Agregó que Monsanto lo que hizo fue crear un gen venenoso y vendérnoslo. No es el dueño del maíz. Si seguimos luchando, en los próximos años podremos celebrar el fin de los transgénicos.

Acompañada por Adelita San Vicente, de la organización Semillas de Vida, y por el abogado René Sánchez Galindo, Shiva manifestó su apoyo a las acciones que se llevan a cabo en México para proteger la diversidad del maíz, como la movilización colectiva que impulsaron organizaciones, la cual ha llevado a suspender el otorgamiento de permisos para el cultivo de maíz transgénico.

Sánchez Galindo explicó que también presentaron una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos por la violación a las garantías a un medio ambiente sano, a la salud y a la alimentación, y se incluyó una declaración de Vandana Shiva como testimonio.