Quiénes comen y quiénes nos comen

01 de marzo de 2003

Al inicio del nuevo milenio, de las 100 economías más grandes del planeta, 51 eran empresas y 49 países. El ritmo de fusiones y adquisiciones corporativas se aceleró vertiginosamente en la pasada década y actualmente representan más de 12 por ciento del producto bruto global. Las ventas de las 500 mayores trasnacionales equivalen a 47 por ciento del producto bruto del planeta, pero solamente dan empleo a 1.59 por ciento de la fuerza de trabajo mundial. Los campesinos y agricultores de pequeña escala son más de 25 por ciento de la población mundial y alimentan directamente a la mitad del mundo, e indirectamente a un porcentaje muchísimo mayor.
La injerencia de las megacorporaciones -cuya mayoría es estadunidense- en la vida económica, política y social de los países y sus poblaciones es el rasgo definitorio de la globalización. Sus intereses mueven a las instituciones financieras internacionales, a gobiernos y convenios de Naciones Unidas, y son el motor de la mayoría de las políticas tanto internacionales como "nacionales". Uno de los ámbitos preferidos de las corporaciones para establecer regulaciones en su favor son los tratados supuestamente dedicados a promover y vigilar el "libre" comercio, tales como el TLCAN y el proyecto más amplio temática y geográficamente del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Es histórica y permanente su influencia directa en la Organización Mundial de Comercio y su predecesor, el GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio). Es lógico, ya que son las trasnacionales las que controlan el comercio internacional, con enormes porcentajes, llegando hasta 90 por ciento en algunos rubros.
En el año 2000, cinco trasnacionales controlaban más de 75 por ciento del comercio mundial de granos. Actualmente tres empresas han devorado a las otras y dominan el mercado: Cargill, Bungi y Dreyfus. Sumando sólo unas más, algunas pocas trasnacionales controlan más de 90 por ciento del comercio global de maíz, trigo, café, cacao y piña; cerca de 80 por ciento del comercio global de té; 70 por ciento del mercado global de arroz y plátano, y más de 60 por ciento del mercado global de azúcar de caña, según un estudio de Filemón Torres y otros autores presentado en 2000 al Foro Global de Investigación Agrícola.
El año pasado las 10 mayores empresas de agroquímicos controlaban 90 por ciento del mercado mundial (Bayer, Syngenta, Monsanto, BASF, Dow, Dupont y otras), 58.4 por ciento del mercado mundial de farmacéuticos (Pfizer + Pharmacia, GlaxoSmithKline, Merck & Co., Bristol Myers, Astra Zeneca, Aventis, Novartis y otras), 34 por ciento del mercado mundial de alimentos y bebidas (Nestlé, Kraft Foods, ConAgra, Pepsico, Unilever, Archer Daniels Midland, Cargill, Coca Cola, Diageo, Mars Inc.), 30 por ciento del mercado mundial de semillas (Dupont, Monsanto, Syngenta, Groupe Limagrain, Savia, Advanta, Delta & Pine Land, Dow y más tarde se suman Bayer y BASF).
El Grupo ETC (antes llamado RAFI, www.etcgroup.org) ha seguido este proceso desde hace décadas. Esta forma de integración vertical (dentro del mismo rubro) y horizontal (con otros rubros) es particularmente alarmante en el sector agroalimentario y
farmacéutico. Hace 20 años existían miles de empresas semilleras y ninguna llegaba a uno por ciento del mercado. Hoy 10 empresas controlan 30 por ciento del mercado mundial. En la misma época existían 65 empresas de insumos agrícolas. Hoy una decena de empresas controla 90 por ciento del mercado.
Hace 15 años, las 10 mayores farmacéuticas controlaban 29 por ciento del mercado; hoy controlan 58.4 por ciento. En varios casos se repiten las mismas empresas, logrando así un poder creciente no sólo en su propio rubro, sino en rubros cercanos o con los cuales comparten investigación, mercadeo o distribución. Por ejemplo, la fusión de las químicas con las semilleras tuvo por objetivo aumentar los lazos de dependencia de los agricultores con los agroquímicos, vendiéndoles el paquete completo. Luego vinieron las fusiones con las farmacéuticas, al compartir muchos aspectos de la investigación y producción. Según el análisis del Grupo ETC, estas integraciones horizontales se extenderán al sector de procesamiento de alimentos y bebidas. Y finalmente, serán "tragadas" por las cadenas de supermercados, que superan ampliamente a todos los anteriores en el volumen de dinero que mueven. Esta cadena de fusiones significará un control sin precedente sobre los productores y los consumidores, desde la semilla al supermercado. Ya en 2002, la empresa más grande del mundo por primera vez no fue una petrolera ni un fabricante de automóviles, sino un supermercado: Wal-Mart. Es la empresa más grande del mundo y la mayor compañía de ventas directas al consumidor de Estados Unidos, Canadá y México. En México es dueña de Bodega Aurrerá, Superama, Suburbia, los restaurantes Vips, El Portón y Ragazzi, y los almacenes Sam's Club y Wal-Mart.
Esta breve imagen del contexto corporativo muestra también que los tratados "comerciales" no se refieren realmente al comercio. Son proyectos de dominación económica, política, social y cultural del gran capital sobre todas las poblaciones y culturas para garantizar sus ganancias. La resistencia a ellos y el modelo que conllevan -tanto oponiéndose como creando espacios de autonomía- es ineludiblemente tema y responsabilidad de todos.