Libre Mercado de Granos: propiedad privada

13 de abril 1999
La Jornada

La privatización del mercado de granos es una pieza fundamental para enajenar las decisiones de los productores a las transnacionales y cerrar la pinza del control sobre la producción mundial de alimentos.
Con la desaparición de Conasupo el gobierno mexicano dejó en manos de las trasnacionales --Cargill, Continental, Dreyfus, Archer Daniels Midland (ADN), Maseca, Minsa, Arancia-- el mercado de los granos.
Estas empresas son las principales importadoras de maíz de Estados Unidos a México, las mismas que durante 1995, 1996 y 1998 lograron aumentar los cupos de importación sin arancel por arriba de la cuota negociada en el TLCAN. Mediante este mecanismo reducen los precios a los productores en el mercado interno, a la par que se benefician de los créditos subsidiados que otorga el gobierno estadunidense para impulsar sus exportaciones. Las transnacionales operan en un mercado sin fronteras.
El nuevo escenario en construcción tiene dos actores: las transnacionales, tanto mexicanas como extranjeras, y los campesinos y sus organizaciones.
Las 4 trasnacionales estadunidenses que operan en México están involucradas en un complejo proceso de integración.
Cargill pretende adquirir Continental, para posicionarse en el centro de la región granelera de Estados Unidos y establecer contratos de producción de granos. Esta compra significará el control de más de 40 por ciento de todas las exportaciones de maíz de Estados Unidos, un tercio de las de soya y un 20 por ciento de las de trigo. Cargill tiene establecida su cadena de producción alimentaria, desde la producción de semillas hasta el procesamiento de alimentos, pasando por la ganadería por contrato de puercos, aves, carnero y vacuno que utiliza sus propios alimentos balanceados, la comercialización y transporte de granos, el control de varios puertos y elevadores, la molienda y fabricación de harina, edulcorantes de alta fructuosa y etanol. En 1998 formó una asociación con Monsanto, la compañía que controla el 85 por ciento del mercado de semillas transgénicas de granos, y líder en la producción de agroquímicos. El cartel formado por Cargill/Monsanto une a dos gigantes del sistema de producción de alimentos.
ADM tiene una gran capacidad de almacenamiento de granos alrededor del mundo, es una vasta red de plantas procesadoras de granos y de infraestructura comercial y de transporte. Compite con Cargill y tiene gran presencia en Europa. ADM compró partes de Dreyfus y a través de empresas subsidiarias está conectada a Novartis, segunda productora de semillas transgénicas de granos, interesada en desarrollar maíz blanco Bt, y también dominante en la producción de agroquímicos. Hace un par de años ADM adquirió el 22 por ciento de Maseca.
México es uno de los cinco mercados de granos de mayor interés para las firmas de Estados Unidos. Actualmente operan aquí dos de los mayores cárteles mundiales, el formado por Cargill-Continental-Monsanto y el integrado por ADM-Dreyfus-Novartis-Maseca. Un tercer agrupamiento lo constituyen Minsa-Arancia-Corn Products International, con muy poca fuerza a nivel mundial.
Algunas implicaciones de este proceso para los productores mexicanos son:
1. Los dos principales cárteles tienen una influencia decisiva en la determinación de los precios internacionales. Su control de la oferta de granos y su capacidad instalada en distintas partes del mundo les permite incidir en la determinación de los precios, a partir de movimientos reales o especulativos.
2. Los precios en el mercado nacional serán definidos por ellas ya que en la práctica controlan las importaciones. Los precios domésticos serán a lo sumo los del mercado internacional puestos en México.
3. Las principales o casi únicas opciones de venta de la producción nacional se reducen a tres: Cargill-Continental-Monsanto; ADM-Dreyfus-Novartis-Maseca y Minsa-Arancia-Corn Products International.
4. En Estados Unidos los ejes Cargill y ADM operan a través de agricultura y ganadería por contrato, vinculándose a las cooperativas de productores. Garantizan así el uso de sus insumos y la especificidad del producto. En México Maseca ha retomado está vieja práctica que ante la ausencia de financiamiento y dificultades de comercialización se convierte en una de las pocas alternativas para los productores.
5. Los vínculos entre Cargill-Monsanto y ADM-Novartis alertan sobre la inclusión de semillas genéticamente modificadas en los paquetes tecnológicos, que además de la erosión genética que provocan, profundizan la dependencia de los campesinos frente a las transnacionales.
6. Las políticas agrícolas domésticas no tendrán ningún margen frente al control oligopólico de las transnacionales.
En suma, el libre mercado de granos que se anuncia en el país es propiedad de las transnacionales.