12 de agosto 2023
La Jornada
Como madres, nunca habíamos cargado una pena tan pesada y tan larga en nuestra vida. Tampoco nos habíamos metido en problemas con la gente del gobierno. Qué íbamos a imaginar que dejaríamos nuestras casas y nuestros animalitos, para salir en busca de nuestros hijos. Teníamos una gran ilusión de que estudiaran para ser maestros. Por eso cuando nos dijeron que los habían admitido, juntamos algo de dinero para comprar su ropa y pagar los gastos de su viaje. A pesar de la pobreza, vivíamos tranquilas en nuestras comunidades, íbamos al campo a sembrar y a cortar quelites para comer.