UNORCA: 20 años
Hace 20 años, el 31 de marzo de 1985, en el municipio de Cuetzalan, Puebla, 25 asociaciones rurales de base ejidal fundaron la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autóno-mas (UNORCA).
Hace 20 años, el 31 de marzo de 1985, en el municipio de Cuetzalan, Puebla, 25 asociaciones rurales de base ejidal fundaron la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autóno-mas (UNORCA).
Primero de enero de 2005. En el paraje Tres Esquinas, del municipio de Paracho, en Michoacán, se celebró con una cabalgata el onceavo aniversario del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Decenas de hombres, mujeres y niños cubrieron sus rostros con capuchas y paliacates mientras entonaban el himno zapatista. Al concluir, una persona leyó el comunicado de la asamblea general de comunidades p'urhépechas realizada un día antes. El orador anunció la creación del Consejo Comunal Autónomo y de una junta de buen gobierno. Paracho es, desde entonces, municipio autónomo.
Justo cuando el interés sobre el zapatismo en el mundo se encuentra en su punto más alto, al presidente Fox se le ocurrió asegurar que es un asunto del pasado.
Itaici, Brasil. Vía Campesina, la mayor red mundial de movimientos campesinos y agricultores familiares, condenó hoy enérgicamente el informe 2004 de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), titulado Biotecnología: ¿respondiendo a las necesidades de los pobres?, por considerarlo un apoyo descarado a la industria de los organismos transgénicos y, como tal, un atentado al trabajo por soberanía alimentaria de los campesinos y campesinas del mundo, particularmente en los países del sur.
La lucha por la tierra no es por un pedazo de suelo, por una cosa. La cosificación de la tierra es uno de los agravios que enlistan las comunidades.
Conforme nos adentramos en el orden mundial inaugurado desde la "desamortización" de las tierras comunales en todo el mundo (entre los siglos XVII y XIX) se hace más nítida la confrontación del ámbito urbano hacia los enclaves campesinos, y por ende indígenas, de nuestro país.
La esperanza de la paz puede convertirse en espejismo. El júbilo genuino que despertó la reiterada disposición del EZLN a seguir el camino de la negociación pacífica, así como la disposición de Vicente Fox de buscar la forma de cumplir las condiciones establecidas por los zapatistas para restablecer el diálogo, se ha transformado en una demagógica retórica publicitaria que anuncia la inminencia del fin de la guerra.
Curiosa ironía la que persigue al zapatismo: en el momento en que sus críticos se empeñan en mostrarlo ante la opinión pública como una fuerza aislada y disminuida, los dos principales semanarios políticos de circulación nacional le dedican sus artículos principales, y sus detractores, sus plumas.
Un viento nuevo sopla en Chiapas; es el viento de la guerra que viene. No es la insurrección indígena de enero de 1994. Tampoco la guerra vergonzante de los paramilitares.
Hace seis años que el EZLN surgió a la vida pública. En noviembre de 1983 nació en las montañas del sureste mexicano. Durante diez años creció en las profundidades de las comunidades indígenas de Chiapas.
Se alimentó de la profunda recomposición del mundo rural iniciada en 1974. Heredó la tradición agrarista y libertaria de los primeros años del siglo XX mexicano organizada en torno al magonismo y al viejo zapatismo.
En la geografía universal de la ignominia contemporánea, Acteal ocupa un lugar privilegiado. Pequeña comunidad poblada por familias desplazadas por la violencia paramilitar, su nombre es más conocido internacionalmente que el de Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado donde se ubica.