Chiapas, un mapa en descomposición por la delincuencia organizada: analistas

Chiapas, un mapa en descomposición por la delincuencia organizada: analistas
Hermann Bellinghausen
Enviado, San Cristóbal
Periódico La Jornada
Domingo 24 de septiembre de 2023, p. 24
De Las Casas, Chis., El de Chiapas hoy es un mapa en descomposición a causa de la delincuencia organizada. Esto, que un observador considera que viene de lejos, se ha acentuado en semanas y días recientes. Diversos entrevistados coinciden en que todo el estado se encuentra infectado por la presencia de grandes organizaciones nacionales del crimen, como los denominados cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG), que se han establecido abiertamente en los municipios de Frontera Comalapa, Motozintla, Chicomuselo, Mazapa de Madero, Amatenango de la Frontera y Siltepec.
Disputan el control de territorios, rutas y pobladores. Algunos civiles instalan retenes, presuntamente animados, u obligados, por los criminales en carreteras secundarias, así como tramos de la carretera Panamericana entre La Mesilla y Comitán, y por la fronteriza que va hacia Tapachula. A veces impiden el paso a los camiones de carga o pasajeros, y a los carros particulares se les permite el paso a condición de que filmen las mantas que despliegan, para que las suban a las redes sociales.
La disputa por las plazas de la frontera y la región sierra de Chiapas ha traído una situación de violencia y alarde criminal que no se había visto por acá. Y es apenas el comienzo, comenta un observador civil que conoce bien los movimientos sociales de la región y participa en la documentación de las violaciones a los derechos humanos en las comunidades.
Nunca se sabe en qué momento habrá violencia
La vida transcurre en aparente calma, pero nunca se sabe en qué momento aflorará la violencia, que no es una sola, tiene distintos orígenes y actores. Pero cada vez más, comenta otro analista, todo se junta: las disputas entre los cárteles y sus prácticas de amenaza, reclutamiento y asesinato, los choques entre grupos civiles armados (como ocurre en Pantelhó y Chenalhó); las caravanas de los llamados motonetos en esta ciudad y los cobros de piso en los mercados públicos (como ocurre ahora mismo en Chicomuselo), se mezclan con añejas diferencias territoriales y hasta religiosas.
Lo que se vive es inédito en la entidad. En general los declarantes que aceptan hablar con La Jornada piden el anonimato. No es para menos. Hoy mismo, presuntos integrantes del cártel de Sinaloa divulgaron videos amedrentadores desde San Gregorio Chimic, en el municipio de Frontera Comalapa, de donde sujetos a bordo de unos 15 vehículos, algunos acorazados, salieron vociferando: ¡Vamos a Comalapa a sacar a los de Jalisco!, gritando el nombre de El Mayo (Zambada).
En otro video más alarmante, filmado desde el interior de un vehículo, un grupo de hombres exaltados gritan, con acento extranjero: ¡Que empiece la fiesta, vamos, vamos! Segundos después uno de ellos asoma por la ventanilla del vehículo en marcha y acribilla con un arma larga de repetición a un motociclista, a quien se ve caer en la cuneta. Los del carro, celebrando, lo dan por muerto.
Señales de alarma
Existe un corredor central para el tráfico de droga y migrantes que viene de la frontera, pasa por La Trinitaria y Comitán hasta llegar a San Cristóbal y de aquí a Tuxtla Gutiérrez hacia el norte, destaca un entrevistado. Es la ruta que disputan las grandes organizaciones criminales, apunta.
Los síntomas de alarma son muchos. Uno es el traslado silencioso del caracol zapatista Jacinto Canek, hasta hace poco en las afueras de San Cristóbal, hacia un municipio vecino. Dicho caracol se localizaba al norte de esta ciudad, en una zona vecina a las colonias nuevas que se han expandido desde La Hormiga hacia las laderas que separan esa zona de San Juan Chamula. Hay versiones de que otros caracoles de las Juntas de Buen Gobierno de la autonomía zapatista se encuentran cerrados, aunque la organización rebelde no se ha pronunciado.
Otro síntoma es el desasosiego generalizado en las parroquias católicas. Se han realizado marchas por la paz en Comitán, Palenque, San Cristóbal, Oxchuc y otras localidades. En la región fronteriza de la selva Lacandona que corre paralela al río Usumacinta, los pobladores de Frontera Corozal y Nueva Palestina también marcharon exigiendo seguridad y paz.
En Corozal la violencia ha causado el desplazamiento de familias enteras. En Nueva Palestina, acusan los inconformes, las propias autoridades están infiltradas por las organizaciones delictivas.
El asedio alcanza a los lacandones de Lacanjá Chansayab, y se presume tiene base en Benemérito de las Américas, localidad conocida desde hace años como asiento de grupos delincuenciales.
Alarmante coctel aparejado a la oleada de migrantes
El alarmante coctel viene aparejado a la inmensa oleada de migrantes centro y sudamericanos que inunda la franja fronteriza terrestre y busca internarse en el país a toda costa. Constituyen una mercancía más para los delincuentes.
Parroquias y escuelas permanecen cerradas en la frontera. Han aparecido restos humanos flotando en el río Suchiate por el lado de Guatemala.
Por si fuera poco, se avecina el proceso electoral para cambiar el gobierno de Chiapas. Una opinión recurrente es que muchos presidentes municipales están amenazados o ya fueron cooptados por la maña, independientemente de su adscripción partidaria. Se han borrado límites éticos y semánticos.
Una organización civil que, se dice, estaría vinculada al CJNG en Comalapa y Chicomuselo, se denomina MAIZ (nada menos que Movimiento Agrario Indígena Zapatista), aunque claramente actúa lejos de las zonas de influencia del auténtico zapatismo indígena.
La población sancristobalense identifica la franja dominada por los criminales, desde el mercado de la zona norte (donde se resguardan los motonetos) hasta Peje de Oro, y desde luego hacia dentro de La Hormiga y las colonias que la rodean.
Ayer mismo, la diócesis de San Cristóbal emitió el pronunciamiento: Chiapas, desagarrado por el crimen organizado, para denunciar amenazas, hostigamiento y persecución a la sociedad civil; la presión y control social, político y sicológico para que el pueblo tome partido por uno u otro grupo criminal; la manipulación política que se ejerce para brindar servicios médicos; el despojo de bienes; el desabasto de alimentos y productos.
Añade que la falta de atención del gobierno en sus tres niveles a las demandas de la población; el reclutamiento forzado que destroza a las familias; el control del territorio, saqueo, extracción y explotación minera; el cobro de piso y paso; el ingreso de personas armadas a comunidades y pueblos.
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