La Jornada
Andrés Barreda y Tony Clarke
Mientras miles de personas se reúnen en México para el cuarto Foro Mundial del Agua (FMA) esta semana, la atención se concentrará en la lucha entre dos visiones y estrategias opuestas sobre cómo resolver el cada vez más grave problema de la crisis mundial del recurso.
Vivimos en un mundo en el que el acceso al agua potable, esencial para la vida humana, está lejos de haber sido garantizado para todos. De los 6 mil millones de habitantes del planeta, mil 500 millones no tienen acceso a agua potable y otros 4 mil millones carecen de servicios de saneamiento adecuados. En tanto, en muchas partes del tercer mundo muere un niño cada 15 segundos por enfermedades prevenibles relacionadas con el líquido y se construyen gigantescas represas hidroeléctricas sobre los cauces de los ríos que inundan tierras y destruyen la vida de millones más.
El FMA se basa fundamentalmente en la premisa de que la solución a esta crisis global del agua radica en la privatización de los recursos hídricos y sus servicios. Como cualquier otra mercancía, el líquido es visto como un "bien económico" que sería mejor administrado por el sector privado y distribuido en el mercado a cambio de una ganancia. En 2000, en La Haya, Holanda, el segundo foro adoptó una "visión global del agua" que hacía un llamado a la futura privatización, mientras las principales corporaciones trasnacionales cabildeaban agresivamente en favor de "asociaciones público-privadas" como el mejor medio para resolver la crisis global. Aquí, en la ciudad de México, el patrocinio corporativo de los grandes usuarios del recurso, como Coca-Cola, sin duda buscarán reforzar estas tendencias.
El FMA es dirigido por el Consejo Mundial del Agua (WWC, por sus siglas en inglés), organismo internacional cuyo comité de planeación se conforma generalmente con representantes del Banco Mundial, las grandes corporaciones del agua -Suez y Veolia-, y representantes de agencias de ayuda o desarrollo de los gobiernos de los países industrializados. Actualmente, el WWC está compuesto por 300 miembros de tan sólo 50 países del mundo, entre los que destacan ejecutivos de empresas privadas como Biwater y Severn Trent, consultores financieros de empresas como Price Water Cooper, así como de empresas constructoras, firmas financieras, departamentos gubernamentales y varias asociaciones de profesionales.
A pesar de las apariencias, el FMA no es un organismo intergubernamental ni tiene mandato oficial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para generar un plan de acción que resuelva la crisis global del agua. Sin embargo, en él participan funcionarios de la ONU y este año albergará una reunión de representantes de distintos gobiernos. En cada una de las ediciones del FMA, se anima a los participantes a generar una "declaración ministerial" que, a su vez, se promueve y difunde ampliamente para dar la impresión de que se trata de una declaración oficial emitida por los gobiernos. En consecuencia, cabe preguntarse: ¿a quién representa el FMA? Y ¿qué legitimidad tiene?
El programa del foro, de una semana de duración, ha sido diseñado para mostrar lo que pueden hacer las grandes empresas y los gobiernos para promover "soluciones" desde el sector privado. Una de las razones por las que México fue elegido como sede del FMA de este año es el programa del gobierno de Vicente Fox -llamado Promagua-, el cual se diseñó para facilitar la apropiación privada y trasnacional de los sistemas municipales de agua por empresas como Suez, Veolia y RWE-Thames, con la ayuda de instituciones financieras como el Banco Mundial. Para dar continuidad a la orientación de los foros anteriores, el tema del foro es "acciones locales para un reto global". Y, como de costumbre, habrá una amplia gama de talleres y sesiones plenarias para atraer participantes, así como síntesis y resoluciones predefinidas.
Durante el tercer foro, realizado en Kyoto, en 2003, numerosos grupos de la sociedad civil pudieron manifestar su oposición dentro de las actividades. Sesión tras sesión, activistas por el derecho al agua de todo el mundo se abalanzaron sobre los micrófonos y cuestionaron a los dirigentes del foro con sus propias historias y estadísticas sobre los daños causados por la privatización del recurso en sus comunidades. En cierto momento, durante un foro abierto en el que participaban los más altos funcionarios de las trasnacionales del líquido, un trabajador del sistema de aguas de Cancún ofreció un vaso con agua sucia y maloliente, tomada del grifo de su casa, al presidente de Suez, la empresa que opera el sistema de aguas de Cancún y lo retó a beberla.
Ahora, los organizadores han tomado medidas para asegurar que este tipo de cuestionamientos se mantengan fuera del foro oficial en la ciudad de México. Los participantes serán principalmente internacionales, nacionales y elites locales. Después de todo, ¿quién puede pagar los 600 dólares de admisión? La amplia mayoría de las organizaciones sociales y los movimientos comunitarios que trabajan localmente para resolver sus problemas de agua, no sólo en México sino en todo el mundo, han sido excluidas del FMA. Los movimientos sociales de indígenas, campesinos, colonos y trabajadores, cuyas vidas cotidianas son dramáticamente afectadas por los usos del líquido, han sido excluidos de toda participación, ya no se diga de la toma de decisiones.
Por esta razón, las actividades formales "dentro" del FMA de esta semana estarán acompañadas de actividades de resistencia "afuera". A lo largo de la semana, se realizarán encuentros con la participación de movimientos populares de masas como los de los pueblos indígenas, campesinos y trabajadores, seguidos de un Foro Internacional Alternativo de organizaciones de la sociedad civil, que albergará múltiples actividades relacionadas con el tema del agua. En medio, ocurrirá una gran marcha contra el FMA y los privatizadores del líquido. Será "afuera" del foro, donde podrá encontrarse una visión y estrategia alternativas a la crisis mundial del recurso.
Aunque todos estos movimientos sociales son heterogéneos, lo que los unifica no es sólo la resistencia contra la privatización y el control empresarial de nuestros recursos y servicios de agua, sino la lucha común por el líquido como un derecho humano universal y un bien público. Como afirman muchos de estos movimientos, la única manera de resolver la crisis mundial es desarrollando nuevas formas de asociación entre el sector público y las comunidades locales en la gestión y la administración de los recursos y los servicios, por medio de formas participativas de propiedad y control colectivo de este vital elemento común de nuestras vidas. Sólo así podrá garantizarse el derecho fundamental al agua que nos corresponde a todos.
* Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular, AC (México) e Instituto Polaris (Canadá), respectivamente. Traducción del inglés: Octavio Rosas Landa.