¿Hay un lazo entre el recorte a la ley Cocopa del Congreso de la Unión, la promoción del Plan Puebla-Panamá (PPP) y las maquilas que hoy crecen por el país?
Vicente Fox pudo vetar la amputación que el Congreso hizo de la ley Cocopa --que supuestamente había hecho suya--, pero se abstuvo porque como la dejaron sirve para promover expulsiones campesinas, más migración, más saqueo de recursos naturales e introducción de maquila en regiones indias que coinciden con el PPP.
Aunque la maquila sea una fuente importante de empleo, no se debe olvidar que miles de trabajadores también la viven como el lugar donde se intensifica, sin restricción alguna, el trabajo y se extiende, cada vez más, la jornada a doce o más horas. Ninguna ocupación resulta más estresante y repetitiva. En ella se envenena el medio ambiente, el cuerpo y mente de las obreras, se coarta su asistencia a escuelas y para ella se deforman planes educativos. Aunado a esto ocurren más accidentes de trabajo, hostigamiento sexual de trabajadoras y consumo de metanfetaminas para cumplir exigencias laborales. Violaciones a la Ley Federal del Trabajo que conllevan a cada vez más violaciones de derechos humanos.
En paraísos maquiladores como Tijuana --donde el salario es de 1.20 dólares la hora--, las empresas incrementan ganancias adicionales retirando dispositivos de seguridad para los trabajadores ocasionando intoxicaciones, cortes de cara o pérdidas de dedos o manos. Son normales los castigos físicos que permiten a los capataces detectar y repeler la mano de obra propensa a rebelarse. En la próspera Tijuana florecen ofertas esclavistas de empresas para construir casas a trabajadores que estén dispuestos a laborar cualquier día y hora, según lo requiera la caprichosa demanda del mercado mundial. En la dinámica Ciudad Juárez, donde se ha asesinado impunemente a cientos de mujeres, son habituales las fiestas de fin de semana en que los capataces promueven entre las trabajadoras el consumo de drogas y orgías que estrechen lazos entre los miembros de la empresa. En Matamoros es regular el despido de obreros cuando intentan organizarse o la fuga de la empresa cuando ya aprenden a resistir o cuando la crisis arrecia.
El capital sabe que mientras más al sur se contrate mano de obra, tanto más barata le sale: por la abundancia de población, desempleo, pobreza rural y migración que incrementan su indefensión. Superexplotación tanto más urgente cuanto más crecen las pérdidas ocasionadas por la actual recesión en Estados Unidos. Mientras la crisis actual incrementa los despidos en el norte, crece la sed de los inversionistas y del presidente Fox por abrir maquiladoras en el sur. Mientras estas ignominias crecen en el laborioso norte, ¿qué podemos esperar de la maquila en el sur de México?
¿Qué en Veracruz, Puebla o Tlaxcala, donde ya existe uso de mano de obra desde los ocho años, talleres de cárceles convertidos en maquiladoras o apertura de celdas de castigo en maquilas para disciplinar trabajadoras que no deseen permanecer una segunda jornada después de las ocho horas iniciales? ¿Qué promete la maquila a la población indígena de Oaxaca, el istmo de Tehuantepec o Chiapas, adonde arriban cientos de miles de trabajadores indocumentados centroamericanos acostumbrados a cobrar entre 25 o 33 centavos de dólar la hora? ¿O en Guerrero, donde regularmente se asesinan campesinos y se encarcela por años a los que defienden sus bosques? El rechazo a los derechos indios apuntala la expansión de expulsiones campesinas como la que hoy injustificadamente alienta en las faldas del Popocatépetl el gobernador del estado de Puebla, ofreciendo a cambio de estas ricas tierras la reclusión de los afectados en centros maquiladores como Izúcar de Matamoros o San Martín Texmelucan. ¿Cómo en tales circunstancias los arrogantes senadores y diputados habrían de aceptar derechos a los pueblos indios que permitieran a sus comunidades afianzar su vínculo con la tierra?
Movilizarnos contra la burla que el Congreso de la Unión y el Ejecutivo hicieron de los derechos indios es un llamado justo del CNI y el EZLN a toda la sociedad civil. Para entender hacia dónde se dirige el golpe resultan muy útiles balances fidedignos de la situación de la maquila en el país, promoviendo diálogos y diagnósticos entre quienes la sufren para elaborar informes y denunciar sin cortapisas, en México y el mundo, lo que ahí ocurre. Y así ayudar a detener la esclavitud y saqueo de México impulsados por el PPP.
Maquiladoras contra derechos indios
04 de mayo de 2001