El fondo del barril: el presupuesto para el campo

27 de diciembre 2000
La Jornada

Los tironeos que genera anualmente la asignación del presupuesto federal provocaron que Fox, el Presidente que se ostenta como ranchero y de quien algunos hombres del campo esperaban un compromiso con el sector, al menos en calidad de buen patrón respondiera que: "Al sector se le ha metido más dinero que a cualquier otra actividad, pero parece un barril sin fondo". Con esta afirmación dejó claras sus prioridades, que ahora se concretan en su proyecto de presupuesto.
La propuesta del nuevo gobierno considera un aumento del gasto neto total de 6.7 por ciento en términos reales, respecto al año anterior, pero un aumento de sólo 1.9 por ciento para la Secretaría de Agricultura (Sagaderpa). La Sagaderpa destinará mayor proporción de los recursos a gasto directo, que aumenta en un 8.9 por ciento, mientras que los dirigidos a subsidios y transferencias definidos con el eufemismo de "ayudas" por recomendación de Usabiaga únicamente aumentan 0.8 por ciento. La Sagaderpa hará "menos con más".
En sólo un sexenio, el campo redujo a la mitad su importancia en el presupuesto; el gasto asignado a la Secretaría de Agricultura pasó de representar 4.4 por ciento del total, en 1994, para llegar a su punto más bajo en la propuesta para 2001, al absorber únicamente 2.01 por ciento. Las organizaciones campesinas y los productores agrícolas demandan un presupuesto que considere al campo como eje de desarrollo y revierta la crisis del sector. El presupuesto de agricultura para 2001 registra una pérdida de 41.9 por ciento respecto al de 1994. Tres programas absorben 67.4 por ciento de los recursos de agricultura: Procampo, Alianza y Comercialización de Aserca.
El principal programa al que tienen acceso la mayoría de los productores agrícolas es el Procampo, su presupuesto para 2001 registra un aumento de 1.6 por ciento, que no logra compensar la promesa salinista de mantener su monto a nivel de 1994 en términos constantes, sino que lo coloca 29 por ciento más abajo. Este programa representa 42.7 por ciento del presupuesto de agricultura, pero al no contar los grandes productores con límites de superficie, a la vez los menores en número, concentran el grueso de los recursos.
El programa Alianza para el Campo absorbe casi 12 por ciento del presupuesto de agricultura. Es el único programa que consistentemente ha crecido en términos reales desde su creación, en 1996. Por su diseño, es un subsidio regresivo, pues únicamente se otorga a los productores que tienen la capacidad de invertir una proporción del costo, para que otra les sea subsidiada. El proyecto de presupuesto considera un aumento de 4.9 por ciento en términos reales, con lo que su crecimiento acumulado es de 47 por ciento. Las críticas a su uso clientelar, o las evidencias de concentración de los subsidios funcionaron, y el gobierno pone un límite de 500 mil pesos por unidad de producción para los productores de altos ingresos.
Los programas de apoyo a la comercialización de Aserca que absorben 12.7 por ciento del presupuesto de agricultura han sido la única alternativa para lograr la venta de las
cosechas nacionales de granos básicos después de la apertura comercial. Sus beneficiarios directos han sido las empresas comercializadoras, generalmente trasnacionales tanto mexicanas como extranjeras (excepto en el caso de arroz), que reciben el subsidio para idealmente comprar a un mejor precio al productor nacional, pero que en la práctica, y dependiendo de las condiciones de organización campesina, pugnan por reducir el precio al productor. A pesar de estos asegunes, que debieran contar entre a los que Fox reclama el "uso deshonesto de los recursos", sin estos subsidios la comercialización de la producción nacional de granos básicos sería casi imposible. La propuesta de presupuesto registra una reducción de 10.1 por ciento en términos reales. Los maiceros serán los más castigados en caso de aprobarse, ya que su reducción de subsidios será del orden de 33.3 por ciento, en un contexto de precios internacionales con los niveles más bajos en los últimos 25 años.
En el fondo del barril se encuentran los únicos beneficiarios de las políticas agrícolas y comercales neoliberales: los grandes productores y las empresas comercializadoras, quienes han sido capaces de usar los recursos públicos para hacer crecer sus beneficios privados.
Para Fox el gran reto es "hacer que los productores vivan del fruto de su trabajo y no de las dádivas del gobierno", sin embargo el presupuesto y los subsidios son una pieza clave de la política agrícola de la que el gobierno es responsable, y no pueden considerarse una dádiva, ya que en donde empieza la caridad termina la ciudadanía.