Por qué nos oponemos al Tren Maya

01 de Abril 2022

Ciudad de México, a 1º de abril de 2022

Al C. Lic. Andrés Manuel López Obrador

Presidente de los Estados Unidos Mexicanos

A la Opinión Pública

Por qué nos oponemos al Tren Maya

Desde que se anunció el Proyecto de Desarrollo Integral Tren Maya, en noviembre de 2018, unos días antes de que usted tomara posesión, le dirigimos una respetuosa carta en la que expusimos las razones por las que la obra no debía llevarse a cabo, con argumentos y datos que provenían tanto de estudios científicos, como de la sabiduría de los pueblos que habitan la región.

Ahí le exponíamos también, que era indispensable “no pasar por alto el principio de la ‘consulta previa,libre e informada de las comunidades indígenas locales afectadas’ a que obliga el Convenio 169 sobrePueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT); ésta no puede sustituirsecon ninguna "consulta nacional", y tendría que realizarse de manera trasparente y bajo la observación de una comisión sin conflicto de interés”. Sin embargo, no fuimos escuchados y hoy el llamado Tren Maya, impulsado por su gobierno, se está construyendo por encima de la libre determinación de los pueblos y comunidades que ancestralmente habitan ese territorio; sin consentimiento explícito de los pueblos y las comunidades, y sin una consulta a los expertos en quienes el pueblo de México ha invertido cuantiosos recursos para generar un conocimiento sobre el patrimonio biocultural de la Nación. En la actualidad, el Tren Maya afecta los modos de vida, la biodiversidad, la sustentabilidad, la calidad ambiental y los derechos humanos y existenciales de los pueblos y comunidades que habitan toda la región que dicho proyecto pretende beneficiar.

Ante la gravedad e irreversibilidad de los daños que ya están siendo causados y ante la falta de respuesta a nuestra petición de detener la obra y abrir un espacio de diálogo, presentamos, una vez más, nuestras razones.

1. Este territorio, habitado por el pueblo maya desde tiempos ancestrales, ha generado modos de vida, costumbres, visiones del mundo y modos de producción y de subsistencia que respetan las condiciones ecológicas y aprovechan los potenciales de sus territorios; éstos no coinciden con los ideales de progreso, rentabilidad y urbanización que impulsa el proyecto Tren Maya.
Contrariamente, estos modos de vida se ven violentados y la amenaza que conllevan, apunta a la extinción de una gran civilización que ha logrado, a pesar de los embates de la modernidad y el desarrollo, mantener sus propias lógicas de vida y sentidos del mundo. La convivencia de esas culturas con otros seres vivos, es la que ha protegido hasta ahora la Selva Maya sustentada en su diversidad biocultural y en los equilibrios ecosistémicos de sus territorios de vida, incluyendo la versión contemporánea de la cultura maya, en resistencia frente al avasallamiento del proceso de colonización/modernización, impulsado por la acumulación destructiva y la desposesión que ejerce la lógica del Capital.

2. Los indicios conocidos, muestran que ese territorio fue extensamente ocupado por el pueblo maya y que gran parte de los datos sobre la historia y trayectoria de esa civilización se encuentran plasmados en las edificaciones, vestigios y sitios arqueológicos que en parte serán destruidos por las obras, y en parte vulnerados o transfigurados por su conversión en mercancías de atracción turística. En cualquiera de los dos casos se destruye su valor histórico, la posibilidad de encontrar en ellos las claves culturales de larga duración de la civilización maya y los sentidos presentes que tienen para los mayas contemporáneos. El desconocimiento de las prácticas socioculturales locales, propicia que la mercantilización del patrimonio sea vista como una oportunidad. La frase “el etnocidio puede tener un giro positivo: el etnodesarrollo”, tomada del documento oficial de la MIA del tramo 1, implica que se considera que acabar con las prácticas culturales de una región, puede resultar ventajoso para la población indígena al “modernizarse” trabajando en resorts con nombres mayas, pero en realidad ya está causando desplazamientos poblacionales, especulación con las tierras y desestructuración comunitaria.

3. La península de Yucatán es una plataforma cuyo relieve se origina por la meteorización química de rocas calizas sedimentarias, conocidas como karst, que dan al suelo una condición quebradiza y frágil, no adecuada para soportar el peso de trenes rápidos y pesados para el transporte de turistas, mercancías e hidrocarburos.

4. El suelo kárstico, poroso y permeable, ha determinado la creación de un complejo sistema hidrológico subterráneo que alberga uno de los acuíferos más importantes de México: algunas estimaciones indican que contiene 33% del agua nacional; hoy ya está siendo afectado por las obras del Tren Maya.

5. El uso excesivo y la contaminación del agua subterránea, así como el aumento de basura inorgánica sin procesamiento alguno, ya amenazan desde ahora el abasto de agua y acercan el peligro de la salinización del acuífero con el inminente riesgo de producir sequías y una desertificación generalizada. Este proceso se multiplicará con la urbanización y actividades productivas que propiciará el Tren Maya.

6. Debajo del suelo peninsular se despliega el sistema de cuevas y ríos subterráneos más largo del mundo, donde florecen ecosistemas únicos y se conservan restos humanos con una antigüedad de 13,500 años en los casos ya estudiados. Chicxulub, el Anillo de Cenotes formado por el impacto del meteorito hace 70 millones de años, alberga fauna endémica e información geológica única en el mundo. Todo ese sistema podría ser afectado por la construcción del Tren Maya.

7. La riqueza biocultural de la región es de relevancia planetaria. Quintana Roo cuenta con los arrecifes bacterianos en sistemas de agua dulce más grandes del mundo y en sus costas está el segundo arrecife coralino más largo a nivel mundial. Muchas de estas cuevas albergan grandes poblaciones de murciélagos que son controladores de plagas, dispersores de semillas y polinizadores insustituibles. Sus ecosistemas albergan otras especies valiosas y amenazadas como el jaguar, el pecarí de labios blancos y un sin número de especies de peces dulceacuícolas, aves e insectos. Los polos de desarrollo planeados a partir del Tren Maya los ponen en riesgo.

8. Los ecosistemas de la península de Yucatán han sido reconocidos entre los más biodiversos, y que proveen de múltiples servicios ecosistémicos a la región y al planeta. En la franja costera de la península se asientan 54% de los manglares del país, los cuales almacenan 60% del carbono azul, relevante para mitigar el daño de los gases de efecto invernadero sobre el calentamiento global del planeta.

9. La salud de los manglares, de los humedales, de los arrecifes coralinos y bacterianos conocidos como estromatolitos, de las costas, dunas, pastos marinos y selvas depende del agua subterránea y de la red de ecosistemas que se desarrolla en ella. A su vez, estos ecosistemas reducen la vulnerabilidad de la población frente al cambio climático. El daño que les han infringido las actividades económicas como el turismo, las granjas pecuarias y las agroindustrias debería conducir con urgencia a impulsar proyectos de restauración ecológica. Por el contrario, el proyecto del Tren Maya es impulsor de actividades productivas que agravan el deterioro socio- ecológico de la península de Yucatán.

10. En las últimas décadas, la cobertura coralina ha disminuido dramáticamente hasta llegar a menosde 10% de su extensión potencial, las enfermedades de los corales se han incrementado y también la cobertura de macroalgas, como resultado del turismo masivo y del aumento de actividades pecuarias y de agroindustria, principalmente. Al aumentar el turismo a partir del Tren Maya, estas condiciones se agravarán.

11. En Laguna Bacalar, en el sur de Quintana Roo, la falta de tratamiento de agua residual, el aumento desmedido del turismo no sostenible, la deforestación y el uso de fertilizantes químicos para favorecer actividades agrícolas intensivas han provocado cambios ambientales que afectan la salud de los arrecifes bacterianos y que han disminuido la variedad de colores de la laguna.

12. En el Estado de Yucatán más de 80% de la vegetación natural ha sido perturbada. A mucha de esta vegetación se le denomina “acahual”, que no es otra cosa que un proceso natural de sucesión secundaria, que regida bajo las prácticas tradicionales de los pueblos asentados en los ecosistemas tropicales, ha conducido hacia la producción de la biodiversidad, y constituye el patrimonio biocultural de las comunidades. Por lo tanto, estos espacios pueden ser restaurados y su estado no debe ser argumento para afectarlos a través de modos de apropiación que rompen el ya frágil equilibrio y sustentabilidad ecológica de sus territorios.

13. El tren Maya generará una migración masiva que impactará a los bosques tropicales, que al igual que otros ecosistemas, se ven presionados por el crecimiento poblacional, la ganadería, la agricultura extensiva, el agronegocio y los desarrollos turísticos de gran escala.

14. La infraestructura del Tren Maya fragmenta el paisaje, impidiendo la movilidad natural e indispensable de las especies, y propicia daños irreversibles en los servicios ecosistémicos, que tarde o temprano afectarán la calidad de vida de los centros urbanos y las poblaciones locales.

15. El turismo masivo que impulsa el Tren Maya con la consiguiente urbanización acelerada y no planificada, afectará los modos de vida, deteriorará las condiciones sanitarias, propiciará la generación excesiva de basura y aumentará tanto el consumo como la contaminación del agua.

16. La afluencia turística que se calcula, sin ninguna previsión certera, haría pasar por la selva a 3 millones de turistas en lugar de los 40 mil actuales (en el tramo de Calakmul), provocando los efectos de barrera, ruido, vibración y peso, además de una invasión difícil de gestionar por las comunidades y pueblos aledaños.

17. El tren es en realidad un proyecto inmobiliario y de urbanización con bandera de turismo responsable, que busca ser motor de la economía peninsular. Sin embargo, ese modelo de desarrollo ya probado en la península de Yucatán, ha llevado al empobrecimiento ambiental y a una creciente inequidad social en la región, exponiendo a los más vulnerables a pagar los enormes costos del deterioro ambiental sin recibir a cambio algo más allá que empleos precarios. A pesar de eso, este modelo pretende ser replicado, involucrando más ciudades y más estados, con las mismas omisiones y errores. El proyecto Tren Maya, considera la creación de empleos en el corto plazo en el ramo de la construcción, pero no considera el fenómeno migratorio en los polos urbanos.

18. Con Cancún como caso testigo, cabe presumir que a la masificación de las actividades y locaciones turísticas corresponderá un incremento del tráfico y consumo de drogas, que no se restringe a los turistas sino a parte de la población joven de la región también. Consecuentemente cabe prever un aumento de la violencia y la potencial trata de personas para prostitución. Todo ello definitivamente alterará de manera irreversible y muy dañina a la sociedad regional.

19. Una gran preocupación es la falta de planeación, discusión y evaluación que por ley debió tener esta megaobra. Esto determina cambio de rutas multiplicando el daño eco-social y destruyendo comunidades y ecosistemas de manera inútil y más allá de lo que la obra requeriría.

20. El proyecto se lleva adelante sin el consentimiento de las comunidades y pueblos indígenas, sin una consulta que cumpla con los requisitos establecidos por el Convenio 169 de la OIT, sin estudios de mecánica de suelos, sin manifestaciones de impacto ambiental en todo el territorio que abarca y con algunas muy deficientes para algunos de los tramos. Tampoco se ha realizado, por cierto, un estudio de factibilidad económica y los presupuestos se van acrecentando sin poder mostrar resultados.

Finalmente, es altamente preocupante que se haya dado el mando a las fuerzas armadas para el desarrollo del Tren Maya. Al militarizar el proceso y la construcción del megaproyecto, se reducen aún más los mecanismos de protección a la naturaleza y se coloca en situación de vulnerabilidad a los habitantes de la región.
Por todas estas razones, sobre las que podemos abundar en datos y argumentos, mantenemos nuestro rechazo al proyecto Tren Maya.
Nos pronunciamos por:

1. Que el gobierno detenga el proyecto del Tren Maya.
2. Que se comience una evaluación seria y cuidadosa de los impactos que la obra ha ocasionado.
3. Que se destine financiamiento para la restauración social y ecológica de la región.
4. Que se realice una profunda discusión, que incluya prioritariamente a los pueblos y comunidades indígenas regionales, sobre la pertinencia de éste y otros proyectos que tiendan a recuperar sus valores ambientales y culturales.

No somos pseudocientíficos, no somos conservadores, no somos adversarios. Somos académicos con trabajo de campo y de gabinete, que tenemos un profundo compromiso con el bien de México y así lo hemos demostrado por décadas, a lo largo de las cuales hemos señalado los problemas causados por programas de gobierno, proyectos corporativos, iniciativas no sustentables de cualquier origen, y también hemos aplaudido los aciertos de gobiernos y empresas, cuando se trata de programas o proyectos que nos parece que verdaderamente contribuyen a la sustentabilidad. Argumentos como los que exponemos aquí respecto del Tren Maya, han sido planteados por muchos de quienes firmamos este documento a lo largo de nuestra trayectoria y compromiso contra la depredación ecológica, la militarización y la colonización.

Lo que cuestionamos es el criterio de desarrollo y progreso que ya no es acorde con las condiciones de sustentabilidad del planeta, con los principios de una verdadera democracia y de los derechos existenciales de los pueblos. Reiteramos que no buscamos la confrontación sino un diálogo constructivo que permita encontrar alternativas sustentables, respetuosas con las condiciones ecológicas, con la cultura y con la realidad social de los pueblos y las comunidades, que garantice un futuro digno y sustentable para las siguientes generaciones.

Atentamente

Ana Esther Ceceña, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM.
Luis Zambrano, Instituto de Biología, UNAM.
Luisa Falcón, Instituto de Ecología, UNAM, campus Mérida.
Enrique Leff, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM.
Rodrigo Medellín, Instituto de Biología, UNAM.
Cristina Barros, Investigadora independiente.