
Las movilizaciones campesinas que intentaron frenar la contrarreforma
salinista se recrudecieron al final del sexenio expandiendo sus ondas hasta
estallar en la rebelión zapatista, el movimiento barzonista y múltiples
movilizaciones campesinas en todo el país. Este estallamiento muestra que la
lucha por la tierra y por condiciones dignas en el campo sigue vigente, pese a la
proclama gubernamental de haber conseguido "una reforma profunda"; pese a
que las direcciones de algunas organizaciones -y el propio poder legislativo avalaron dichas reformas. Muestra también que la cuestión rural tiene una
importancia capital para la estabilidad política del país y señala los riesgos de
una modernización vertical, autoritaria y excluyente, signo de la actual
administración. Este es un recuento muy profundo de los efectos de las
reformas sobre la vida de ejidos, comunidades y organizaciones campesinas.