La Jornada
Dos millones de toneladas de maíz de la cosecha de Sinaloa siguen sin encontrar mercado, a pesar de la estrepitosa caída de su precio a sólo 4 mil 400 pesos por tonelada. Los agricultores están en riesgo de no poder pagar sus créditos, pues no logran vender un tercio de la cosecha del estado, ni siquiera a ese ínfimo precio que no cubre los costos de producción.
El maíz de Sinaloa representa 25 por ciento de la producción nacional y se destina principalmente al consumo humano de las ciudades; sin embargo, los agricultores comerciales que lo producen han sido satanizados por el gobierno, que los ha dejado sin programas de fomento a la producción, de comercialización y de financiamiento.
La confusión en el gobierno sobre los subsidios como ayudas y no instrumentos de política agrícola, y la intención de convertir los subsidios agrícolas en subsidios contra la pobreza, ha excluido de los programas de compra emergente del cereal a quienes cultiven más de 15 hectáreas.
Mientras, las importaciones de maíz crecen y favorecen a las corporaciones que controlan su mercado en México y en el mundo.
Durante 2022, cuando el gobierno decidió abrir las importaciones de maíz blanco a Sudáfrica y de maíz amarillo a Brasil y Argentina, con los que no hay acuerdos de libre comercio, las compras al exterior alcanzaron 17.3 millones de toneladas y superaron el récord del gobierno de Peña. Los primeros seis meses de 2023, con la cosecha de otoño-invierno en puerta, las importaciones continuaron hasta alcanzar 9.8 millones de toneladas, que son 1.7 millones de toneladas más que el año anterior y el volumen más alto en el semestre desde 2019. Quizá el cierre de las importaciones de maíz en 2023 supere cualquier año previo.
Aunque México es excedentario en maíz blanco, las corporaciones importan si les conviene por mejor precio, financiamiento, subsidios o transporte, e inundan el mercado interno dejando varados a los productores mexicanos.
Las importaciones de maíz blanco en 2022 alcanzaron 659 mil toneladas y hasta junio de 2023 acumularon 326 mil toneladas más. En 2022, Maseca, líder fabricante de harina de maíz y tortillas, que controla al menos 70 por ciento del mercado mexicano de harina de maíz, importó mediante el gigante Dreyfus la mitad de ese volumen que provino de Sudáfrica y EU. Esas importaciones muy probablemente fueron de maíz transgénico, pues 85 por ciento de la producción sudafricana y 93 por ciento de la estadunidense lo es. Para 2023 sus embarques de maíz sudafricano continuaron y sumaron 64 mil toneladas. La revista Expansión ubica al Grupo Maseca en el lugar 41 de las empresas en México. Maseca junto con Minsa compiten por las tortillerías con los molinos que fabrican masa nixtamalizada y han logrado absorber 49 por ciento de las tortillerías del país.
Las importaciones de maíz amarillo, de las que México es deficitario, pero que en muchos casos compite con el maíz blanco nacional, alcanzaron el año pasado 16.67 millones de toneladas. Se importaron de Argentina 72 mil toneladas, pero de Brasil 1.5 millones de toneladas. El resto provino de EU, con el que México tiene mercado abierto por el tratado de libre comercio.
Las principales importadoras en 2022 fueron Bartlett, firma de logística de EU, líder en exportaciones de granos de ese país hacia México, que compró 4.6 millones de toneladas.
La siguió Archer Daniels Midland (ADM,) la primera de las gigantes graneleras mundiales conocida como la A de las ABCD, que importó maíz desde ADM Estados Unidos, pero también de Brasil por 2.2 millones de toneladas. ADM fabrica etanol, edulcorante de alta fructosa de maíz, y comercializa e importa a cuenta de muchas industrias alimentarias y pecuarias.
La C de las gigantes mundiales, Cargill, importó maíz desde su sede en EU y de Brasil por más de un millón de toneladas. Cargill, segunda empresa privada más grande del orbe, tiene una cadena mundial de negocios agroindustriales. Cargill, junto con Maseca, Minsa y los industriales pecuarios, son los grandes acopiadores del maíz de los agricultores mexicanos. Cargill surte maíz a los molinos para fabricar masa.
De Bruce Grain importó más de 800 mil toneladas desde Gavilon, EU, y Bachoco, la firma mexicana de la dinastía Bours, que controla 25 por ciento del mercado avícola del país, importó más de 700 mil toneladas, desde Cargill, ADM y otros.
Estas trasnacionales agroalimentarias controlan los mercados mundiales y mediante sus grandes inventarios pueden subir o bajar los precios, inciden en las políticas de los países, son las principales beneficiarias de los tratados de libre comercio y lucran con la dependencia alimentaria. Nulificar a los agricultores comerciales acrecienta el poder de estas corporaciones.
* Directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano
https://www.jornada.com.mx/2023/08/18/opinion/015a2pol