Ojarasca
Nuestro futuro somos las mismas comunidades y nuestros procesos organizativos, es aquí donde está el futuro de la vida maya, ésa es nuestra apuesta. Esto me dice Haizel de la Cruz Martín, vocera de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíimbal de Yucatán, cuando le pregunto cómo ven el futuro en este último año del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. “Nuestro mayor reto es el fortalecimiento de nuestra identidad como pueblos mayas, el sentirnos de maíz, el escuchar las consignas de las aves, organizarnos como las abejas, y defender nuestro territorio como la cascabel que se siente amenazada”. De esta manera explica los compromisos de quienes integran la Asamblea, para seguir caminando un camino distinto al que se camina desde el poder.
Mi pregunta tiene sentido porque el 13 de enero de este año cumplieron seis años de haberse integrado como asamblea, hecho que coincidió con la toma del poder por el actual gobierno. Alrededor de cien personas, mujeres y hombres mayas de diferentes comunidades de la Península de Yucatán, mayormente ejidatarios y campesinos, se organizaron para defender su territorio, amenazado por megaproyectos como los monocultivos de soya transgénica, las granjas porcícolas, el turismo verde o de gran impacto, y se anunciaba como una alternativa la llamada energía limpia —eólicas y fotovoltaicas—, “que por cierto lo único limpio que se ve en ellas es que barren con todos los árboles a su paso”, explica. “Todos los que vivimos y habitamos este territorio sentimos esta gran amenaza, los pájaros lo manifiestan con sus cantos, sólo hay que saber escucharlos, esto fue lo que estuvimos reflexionando y llegamos a la conclusión de que nuestra lucha debe ser por la vida, no una vida individual, sino por la vida de todos los que habitamos este territorio”.
La Asamblea no es una organización típica de actualización política, no tiene una estructura formal, menos dirigentes. Es una reunión para la acción, lo que logran a través de diversos principios: la tierra no se vende “porque es la fuente de nuestra vida, de nuestra alimentación, de nuestro aprendizaje, de nuestra lengua y cultura, por eso no podemos estar fuera de ella ni permitir que sea lastimada”; no se hace ningun tipo de proselitismo religioso, aunque se respeta la creencia de cada uno de sus integrantes; no tienen filiación partidista y si alguien quiere participar en las contiendas politicas debe abandonar la Asamblea; se defiende la cultura y la lengua maya porque “también son nuestro territorio, no estamos dispuestos a renunciar a nuestro pensamiento, a nuestras artes, a nuestras creencias, a nuestra relación con la tierra, a nuestros ritos, a nuestra historia. Defender nuestro territorio es en el fondo la defensa de nuestra cultura y lengua”.
Para llevar adelante sus propósitos construyen sus propias herramientas: “la organización, la información, la comunicación, la educación, las alianzas con otras organizaciones honestas y transparentes, la vía jurídica, la promoción de nuestra lengua y cultura, la denuncia pública, el diálogo y la movilización”. Las herramientas se afinan en talleres, boletines, trípticos, festivales culturales, exposiciones fotográficas, presentaciones de libros, recitales de poesía, “todo lo que creativa y artísticamente se nos ocurra y pueda servir para el fortalecimiento de nuestra identidad como pueblos mayas”. Su experiencia les muestra que mientras mayor información tenga una comunidad, puede tomar mejores decisiones, pues no se queda con la propaganda gubernamental o de las empresas, que resaltan las bondades de las obras que promueven pero ocultan sus efectos negativos.
Haizel de la Cruz Martín está contenta. Dice que en la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíimbal de Yucatán estan satisfechos con lo que han avanzado. “Cumplir seis años como asamblea viva de comunidades directamente afectadas por los megaproyectos, luchando por la vida sin recibir financiamientos de fundaciones, por acuerdo de la misma Asamblea, ya es un logro importante; sin embargo creemos que no es suficiente, falta mucho por hacer, y estos procesos son a paso de tortuga, o como dicen nuestros hermanos zapatistas, a paso de caracol, lento pero seguro”. Y no es para menos. En este tiempo de vida han logrado detener proyectos de despojo, impulsados desde el Acuerdo por la Sustentabilidad de la Península de Yucatán (ASPY), como el de lagunas, cenotes, selva, extractivismo de información, de abejas y miel nativas como la melipona y territorio en general, además de producir literatura desde la identidad maya, así como documentación fotográfica.
Por eso celebramos con ellos sus seis años de vida. Y los que vienen.
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